Farrel
todas las ventanas
de este departamento
(que ahora es hogar
de materia volátil)
están abiertas.
en la ciudad el ruido
se descomprime
en el fusil caliente
del fin de semana
y en el pulmón del edificio
ya no hay lugar para el aire.
un hombre se pasea
solo, dentro de la cabeza
de otro, en el perdido
paisaje blanco del sur,
mientras con el culo
roto de la botella
plateada, intenta dar muerte
al silencio.
el hombre escapa,
cierra las ventanas
de este departamento,
se sienta junto al teléfono,
en la cubierta de un barco
pesquero del fin del mundo.
sonríe, reza, intenta cantar.
las palabras se acogotan
en su vientre.
el televisor encendido
es un mantra de violencia.
entonces, recién entonces,
cierra los ojos y llora.
bienvenido, le digo.
pasan las horas,
el día se quiebra.
dormimos juntos,
nos levantamos juntos.
me dice algo al oído.
después se va.
sábado, 22 de noviembre de 2008
domingo, 9 de noviembre de 2008
Tanto tiempo...
¿habrá alguien del otro lado?
Por las dudas, acá van algunas cosas más...
Barro
recién ahora nos dimos cuenta
que el barro había ensuciado la casa.
entró por debajo de la puerta,
subió por la escalera
y se aferrerró a cada mueble,
a cada pata de cada silla.
nosotros dormíamos,
¿cómo íbamos a darnos cuenta?
creíamos que sólo era una mancha
en las zapatillas de los dos,
y que se limpiaba con agua,
detergente, o algo así.
¿habrá alguien del otro lado?
Por las dudas, acá van algunas cosas más...
Barro
recién ahora nos dimos cuenta
que el barro había ensuciado la casa.
entró por debajo de la puerta,
subió por la escalera
y se aferrerró a cada mueble,
a cada pata de cada silla.
nosotros dormíamos,
¿cómo íbamos a darnos cuenta?
creíamos que sólo era una mancha
en las zapatillas de los dos,
y que se limpiaba con agua,
detergente, o algo así.
Estampitas
mis estampitas,
descoloridas por el paso de los días,
amarillas y naranjas
bajo el rayo del sol.
los santos
pasados de moda,
el aura agujereada
por la cabeza de un alfiler oxidado.
afuera, las primeras flores
estallan. son bombas
lanzadas a destiempo.
ya casi no hay luz,
y en las estanterías,
todas las biblias que acarreo
no resuelven el espanto
que traigo.
mis estampitas,
descoloridas por el paso de los días,
amarillas y naranjas
bajo el rayo del sol.
los santos
pasados de moda,
el aura agujereada
por la cabeza de un alfiler oxidado.
afuera, las primeras flores
estallan. son bombas
lanzadas a destiempo.
ya casi no hay luz,
y en las estanterías,
todas las biblias que acarreo
no resuelven el espanto
que traigo.
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